El aceite de mandarina proviene de Asia, se originó en el sur de China, donde su cultivo era abundante. Este aceite esencial lo utilizaban en tradiciones culturales, sobre todo para el mantenimiento de la salud.
La frescura y el poder de relajación que aporta el aceite de mandarina no es comparable con el de otros cítricos.
Desde la antigüedad los aceites esenciales eran muy comunes en los rituales, lo usaban para embalsamar las momias y aportar su conservación.
Utilizaban las plantas en su estado natural para conseguir el aceite hasta que la cultura persa introdujo el proceso de destilación, ofreciendo la oportunidad de obtener las esencias con sus propiedades que desde entonces se puede conseguir en el mercado.
Las esencias frutales en el siglo XVI y XVII eran muy comercializadas por sus propiedades y beneficios para la salud. A occidente llegó en el siglo XVII, principalmente a Inglaterra, y luego fue dándose a conocer en Italia, California, Florida, etc.
Ya no se utiliza el aceite esencial para métodos medicinales, pero es muy usado en cosmética y en la aromaterapia gracias a sus grandes propiedades y beneficios.