¡Nos encanta el peeling! Va más allá de lo que puede ir una limpieza facial. No sólo se deshace la suciedad y las células muertas, permitiendo que los productos de cuidado facial actúen, sino que nos quita las manchas, cicatrices, acné y arrugas.
El peeling elimina capas de la piel para promover la regeneración celular y mejorar la textura y el tono de la piel.
Según lo que queramos tratar, podemos hacer un peeling superficial (quitando la epidermis), medio (quitando la parte superior de la dermis) o profundo (quitando la capa profunda de la dermis).
Da muy buenos resultados combatiendo el acné activo, cicatrices de acné, fotoenvejecimiento y sus arrugas finas, manchas, rosáceas,… pero no deja de ser una agresión a la piel, y por lo tanto debemos tener cuidado.
No se puede hacer un peeling así como así. Hay que tener en cuenta que cada piel y sus problemas son únicos. El tratamiento de peeling está personalizado y requiere procedimientos, productos y tiempos distintos.
Un peeling mal hecho puede hacernos daño. Veamos qué hay que tener presente y los posibles riesgos.