Retinol: ¿Qué es y para qué sirve?

En muchas ocasiones se ha hablado del retinol como un producto que irrita y sensibiliza la piel pero esto no es del todo cierto. Como todo cosmético, la clave para conseguir beneficios está en conocer tu piel y conocer el producto. El equilibrio es clave en el caso del retinol, se trata de una sustancia muy potente con grandes beneficios en un uso adecuado pero si se utiliza en exceso o se aplica sin seguir algunas precauciones puede provocar el efecto inverso y provocar problemas en la piel como la irritación o la descamación. 

Para empezar con un tratamiento de retinol, se debe hacer poco a poco, aplicándolo en dosis bajas una o dos veces por la semana e ir aumentando la frecuencia de forma progresiva con el tiempo cuando ves que tu piel lo tolera perfectamente. De este modo la piel se acostumbra a esta sustancia y se reducen las posibilidades de una reacción adversa. 

Además, se trata de un producto recomendado para aplicarlo antes de ir a dormir, para un uso nocturno, debido a que es un momento en que la piel está más receptiva y por el afecto fotosensibilizante del retinol. Por la mañana, hay que lavar bien la piel para quitar los restos del producto y siempre utilizar un protector solar SPF50 mientras dure el tratamiento. Estar protegido contra los rayos dañinos del sol ayuda a reducir los efectos negativos que estos provocan sobre la piel y el efecto fotosensibilizante del retinol. También se recomienda hidratar la piel después de su aplicación. 

Es normal notar un leve cosquilleo o escozor que desaparece rápidamente tras su aplicación. Si notas una fuerte quemazón, picor o incomodidad en la piel, puede ser indicativo de que debes espaciar las aplicaciones o reducir la cantidad. Recomendamos consultar con tu dermatólogo o farmacéutico en caso de notar una reacción adversa. 

No se debe utilizar tratamientos con retinol durante el embarazo ni la lactancia, sobre todo aquellos que sean orales.